Dios, Señor nuestro, Rey de todos los tiempos, Grande y Todopoderoso, tú que lo creaste todo y que lo transformas todo simplemente por tu voluntad; tú que cambiaste en rocío las llamas del horno que había sido calentado siete veces más y protegiste y salvaste a tus tres santos hijos.
Tú eres el doctor y médico de nuestras almas. Tú eres la salvación de los que se vuelven a ti. Te suplico que anules, destruyas y apartes de mí todo poder y presencia diabólicas; cada influencia del mal, maleficio o mal de ojo y todas las malas acciones dirigidas hacia mí.
Donde haya envidia y malicia, dame abundancia de bondad, paciencia, victoria y caridad. Oh Señor, tú que amas al hombre, te ruego que extiendas tus poderosas manos y tu grandísimo y poderoso brazo, y vengas en mi ayuda.
Envía tu ángel de paz sobre mí, para proteger mi cuerpo y mi alma. Que él pueda mantener alejado y vencido a todo el poder del maligno y cada palabra venenosa o maliciosa invocada en mi contra por personas corruptas y envidiosas.
Entonces, bajo la protección de tu autoridad, podré con gratitud cantar: “El Señor es mi salvación; ¿a quién temeré?”. No temeré mal alguno porque tú estás conmigo, mi Dios, mi fortaleza, mi poderoso Señor, Señor de la Paz, Padre de todos los tiempos. Amén.
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